¿Cómo es posible que hayamos convertido nuestros océanos en un gran depósito de residuos plásticos si hace menos de 100 años estos materiales ni siquiera formaban parte de nuestra vida? ¿Ha mejorado este invento la exsistencia humana?
¿nos hemos convertido en «plásticoadictos»? ¿cómo ha contribuido la industria de la moda al uso abusivo e intensivo de materiales plásticos? ¿desde cuándo lleva nuestra ropa fibras plásticas? ¿cómo afectan a nuestra salud y a nuestro planeta? ¿podemos reducir su consumo y cómo lo hacemos? ¿qué alternativas hay?

En los últimos años hemos oído hablar mucho de los plásticos y los microplásticos. Han sido diversas las voces que han alertado de los riesgos de la extensión de los plásticos a todas las áreas de nuestra vida. Los microplásticos, es decir, las fibras o piezas de plástico de un tamaño menor a cinco milímetros, han contaminado nuestras masas de agua, de modo que ríos, lagos y mares han recibido enormes cantidades de basura plástica según informes de Greenpeace citando a diversos autores.

Este verano, la OMS lanzaba un mensaje tranquilizador pero inquietante a partes iguales. Por un lado, confirmaba la presencia de microplásticos en todas las masas de agua y en los animales acuáticos de los que nos alimentamos. Es decir, no solamente comemos plástico a través de peces, sino también lo bebemos. Por otra parte, la propia OMS modulaba la alerta al anunciar que aun habiendo hallado restos de plástico en todas las aguas analizadas, su nivel es bajo y no supone apenas ningún riesgo para el consumo humano.
Eso sí, desde la OMS animan a continuar realizando estudios e investigaciones ya que la absorción de partículas por parte del organismo humano, pese a no haberse demostrado científicamente, sí que puede constituir un riesgo futuro en caso de aumentar el porcentaje de microplásticos consumidos.


¿Vivir sin plástico?
Es evidente, tal y como analizar en el blog vivirsinplastico.com, que el plástico es un invento que ha mejorado la existencia humana. Su uso en la industria sanitaria o en el transporte ha generado enormes beneficios. La duda que plantean en este blog es, ¿nos habremos convertido en “plásticoadictos”?
Su uso abusivo (en productos con alternativas que lo hacen innecesario, como los de un solo uso, cubiertos, platos, vasos o recipientes) cuando no intensivo sin ningún motivo (como los dobles, triples o cuádruples embalajes o su uso en bienes desechables) ha multiplicado la producción mundial y ha convertido un invento que debería mejorar la vida humana en un problema de alcance global.

Sin embargo, la pregunta que nos hacemos es, ¿podemos dejar de depender del plástico? Aunque no podremos ser capaces de responder a esta pregunta, sí que intentaremos dar algunos consejos. Sin duda reducir el plástico a la hora de comprar es un primer gran paso. No es difícil y puede conseguirse con cierta previsión en nuestras tareas.
Algo más complicado ya resulta evitar el plástico en los productos que lo tienen integrado, como por ejemplo menaje de cocina, juguetes, artículos de tecnología o coches. Y es en este punto en el que queremos comentar un sector en el que los plásticos cada vez ganan más peso: el de la moda.

Ropa de plástico
Quizá no somos conscientes de la cantidad de plástico que la industria textil ha ido incluyendo en nuestro armario en los últimos años. Desde mitad del siglo XX se han ido incluyendo materiales plásticos de origen sintético como la nylon, el elastano y sobre todo el poliéster.
Al igual que sucede en otros sectores en la moda la indroducción de fibrás plásticas en ciertas prendas supuso un uso adecuado de los plásticos (como el elástano en prendas deportivas o que requieren una especial elasticidad como los calcetines) pero también hay un uso abusivo e intensivo. Prendas que habitualmente se realizaban de fibras naturales como el algodón o el lino se han sustituido por el poliéster fundamentalemente por motivos de precios y costes. Tal y como nos recuerdan en el blog sinplastico.com, las microfibras sintéticas generan más problemas en relación a los microplásticos puesto que son del tamaño de un cabello humano. Y dada la altísima rotación de la ropa (es decir, el tiempo desde que compramos una prenda hasta que nos deshacemos de ella y la sustituimos) estamos sumando más microplásticos al total que ya soportan nuestras masas de agua.

En la ropa también hay alternativas. En este blog nos dedicaremos en entradas posteriores a descubrir distintas soluciones. Sin embargo, podemos adelantar algunas. En primer lugar, optar siempre por prendas 100% fibras naturales y ecológicas. El algodón orgánico o el lino ayudan a reducir el consumo de agua de estos cultivos. Y por supuesto no llevan nada de plásticos. En segundo lugar, elige fibras artificiales en cuya producción haya certificaciones ecológicas respecto al uso de agua o la reducción de químicos pesados. El TENCEL™ o el ECOVERO™ son una buena prueba de viscosas de una extraordinaria suavidad y comodidad. Y, si finalmente, a pesar de estas opciones, necesitas una fibra sintética (para algún material deportivo o técnico, calcetines, calentadores, leggings, etc) siempre puedes optar por poliéster y plásticos reciclados. Cada vez son más habituales en el mercado. El poliéster reciclado alarga la vida útil de las prendas y permite reducir la rotación y aumentar los ciclos de las fibras. Todo ello sin perder ninguna de las propiedades que ofrecen los tejidos sintéticos. Además, existen diversos tejidos que provienen de otros desechos plásticos como las redes de pesca o las botellas de plástico. En estos casos hablamos de upcycling, es decir, un proceso mediante el cual se aporta valor al producto una vez reutilizado.
En este mismo blog iremos analizando y profundizando en nuevas propuestas textiles para mejorar nuestro día a día, reducir nuestro consumo y contribuir a mejorar el estado de nuestro entorno.